lunes, 29 de septiembre de 2014

Las salas de ventas de la USB


Enlace permanente de imagen incrustada Sobre las salas de ventas de alimentos ubicadas en las salas de lectura de los Centros de Estudiantes en la Universidad Simón Bolívar.







En la Universidad Simón Bolívar (USB) hacen vida varios Centros de Estudiantes (CE). Cada carrera que se estudia en la USB tiene un Centro de Estudiantes.  Cada CE cuenta con una sala de lectura. En esas salas de lectura han abierto unas “salas de ventas”.  En esas salas de venta se pueden comprar las tradicionales “chucherías”, es decir, galletas, pepitos, y también algunas bebidas como agua, bebidas carbonatadas, bebidas energizantes, y jugos de cartón, etc.  Hasta ahí está todo muy bien, imagino que estas “salas de ventas” es una manera que tienen los centros de estudiantes de recaudar algo de dinero extra para sus actividades. Desde hace ya un tiempo he observado que se está ofreciendo a la venta en estas salas, comidas como empanadas, cachitos, donas, y más recientemente, pizzas.  

Por otro lado hay lugares autorizados para la venta de desayuno, almuerzos, dulces, etc. Imagino que esos lugares cumplen con todas las normas de ley sobre salubridad entre otras. Los empleados deben tener un certificado de salud que los autoriza a manipular alimentos.  

Ahora bien, el trimestre pasado (enero-marzo, aunque se hizo en abril-junio) en algunos de esos momentos entre clases en los que a una le ataca algo de hambre y los lugares autorizados para la venta y manejo de alimentos quedan muy lejos del aula donde me encuentro, se me ocurrió recurrir a una de estas salas de ventas ubicadas en el edificio MEM.  

Al llegar a la sala de ventas, vi que tenían entre sus opciones para comer, unas empanadas chilenas. Aunque lo dude mucho, decidí pedir una. El joven que me atendió comenzó a dar vueltas, buscando algo que evidentemente no conseguía, daba y daba vueltas moviendo cosas en el espacio de venta de comidas. Finalmente, el joven agarró una hoja de papel bond  colocó la empanada que le había solicitado y extendió su mano para entregarme la empanada. En mi asombró, sin agarrar la empanada,  alcancé  a ver que el papel donde estaba la empanada era una hoja que estaba impresa por ambos lados, es decir la hoja había servido a su propósito, había sido impresa con tinta de impresora. No quiero imaginarme como ni porqué esa hoja de papel estaba allí, pero eso fue lo que el joven encontró para envolver la empanada y dármela.

Aún dentro de mi asombro le pregunto al joven: ¿en serio, usted me va a dar esa empanada envuelta en ese papel? Ante esto el joven responde: “es que no hay servilleta”  Lo entiendo, en el país tenemos una crisis de escasez y desabastecimiento de todos los productos, por supuesto que las servilletas también están desaparecidas de los anaqueles. De cualquier manera, alcanzo a decirle al joven: “yo entiendo que no tengan servilletas, pero su deber es informarme y preguntarme si me puede dar la empanada en una hoja de papel bond reciclada y llena de tinta”. Al final, decidí no comprar la empanada, ni agua, ni absolutamente nada.  Pero esto no es todo.

Mientras esperaba a que el joven me diera la empanada y el daba vueltas y vueltas, pude observar que justo donde yo estaba, en la mesa donde están colocadas todas las chucherías, había una cesta con donas. La cesta no tenía un papel plástico que cubriera las donas.  Entonces me imaginé cualquier cantidad de situaciones que podrían suceder y poner en duda la higiene y la limpieza de los alimentos en esas “salas de ventas”. 

No pude evitar preguntarme ¿estos jóvenes tienen permiso para la venta de alimentos? Y si tienen permiso para manipular alimentos deberían exhibir un certificado de salud que así lo demuestre. Y entonces comencé a pensar en todos los locales de comida en la USB. La proveeduría estudiantil,  todas las salas de lectura donde se expenden alimentos. ¿Quién supervisa que esos locales respeten las normas de higiene y salubridad que corresponden?

El llamado entonces es a las autoridades universitarias a prestar atención a estas “salas de ventas”  ubicadas en las salas de lectura de los centros de estudiantes. No se puede descuidar estas normas y permitir que sucedan cosas como la que me sucedió hace tan solo unos meses en el presente año.  Creo que es necesario llevar a cabo un proceso de supervisión en estos lugares. La salud hay que tomársela muy en serio.   



lunes, 15 de septiembre de 2014

Regresamos a las clases en la universidad



¿Y cómo estamos?


El aumento de sueldos de los profesores, profesoras y empleados en general de la universidad se aprobó a mediados de junio de 2013. El aumento fue de hasta un máximo de 120% según escalafón y dedicación. Se pagó escalonado en tres partes a razón de 25% desde enero de 2013, 25% desde septiembre de 2013 y 25% desde enero de 2014. La inflación del año 2013 cerró en 56,2%. La de este año ya va por 65% si sumamos ambas tenemos un total de 117,2%. Es decir, casi el 120% de aumento de sueldo que se recibió escalonado desde el 2013.  


Vale recordar además que tal aumento se hizo, desconociendo las normas de homologación, imponiendo unos gremios paralelos a los que han sido electos legítimamente por la comunidad universitaria y otra cantidad de irregularidades que nadie parece recordar.  


La semana pasada, el vicerrectorado administrativo de la USB informó que el auxilio financiero recibido en agosto de 2014 no alcanza para cubrir los gastos para el pago de transporte. Por lo tanto, algunas rutas ya han sido suspendidas, afectando así a estudiantes, empleados y profesores de las rutas  Guarenas/Guatire y Maracay/La Encrucijada/ La Victoria. 


Solo basta con ir a cualquier oficina de la universidad para encontrar que no hay suministros para imprimir documentos, hacer fotocopias; computadoras y equipos electrónicos que no han sido reemplazados, en fin. La escasez y el desabastecimiento han llegado a la universidad también.   


El número de profesores que renuncia a las universidades venezolanas sigue en aumento. Los concursos para proveer cargos académicos además de la corrupción, el amiguismo e irregularidades con los que se publican para favorecer o desfavorecer a ciertos profesores, siguen quedando desiertos. La profesión docente ha dejado de ser atractiva para los jóvenes. 


El día viernes 12 de septiembre se publicó el  QS Latin American University Rankings 2014. Revela ese informe que las universidades venezolanas muestran un descenso en el indicador de productividad científica. Pero, ¿eso le sorprende a alguien? La Decana de Investigación y Desarrollo explica que las razones son muy variadas como la disminución de los presupuestos de las Universidades, carencia de financiamiento en investigación, disminución de incentivos a los investigadores, éxodo del recurso humano calificado del país, menos estudiantes de postgrado en las universidades, además de otros factores y, además, todas son harto conocidas por las autoridades de los ministerios competentes. Los bajos sueldos también afectan el desempeño de los profesores e investigadores. Es un sueldo que no cubre los gastos comunes y corrientes de una familia, por ende, muchos profesores se ven obligados a tener más de un trabajo o recurrir a actividades adicionales que les proporcionen los recursos económicos para mantenerse.  Pero es que además hay otros factores emocionales que muchas veces no se mencionan. La inestabilidad del país, a nivel económico, político y social no es el escenario ideal para hacer investigación. 


Las protestas estudiantiles parece que tomarán un nuevo aire y sus consecuencias también regresarán. El encarcelamiento de jóvenes universitarios por protestar crea incomodidad y preocupación en toda la comunidad universitaria. 


Las autoridades rectorales de varias universidades como la UCV, la USB están vencidas hace más de un año. Lo cual impide la renovación de los liderazgos y enrumbar los caminos de las universidades.    
   

En la Universidad Simón Bolívar estamos haciendo el semestre septiembre-diciembre que debió haberse cursado en abril-julio. Tiempo perdido que jamás se recupera.  


El aire que se respira en la vida universitaria no es diferente al que se respira en el país. Un aire de incertidumbre, desesperanza, impotencia, resignación o quizás sea una combinación de todas esas  emociones. Lo peor es no ver a corto o mediano plazo una solución a la crisis.  


Aquí les dejo una tabla de los sueldos que me hicieron llegar y su equivalente en dólares. Y entonces recuerdo una noticia que leí hace poco en Twitter. Una “cachifa” en Estados Unidos gana 100 dólares por trabajar entre 4 y 5 horas. Feliz inicio de trimestre.