Sobre las salas de ventas de alimentos ubicadas en las salas de lectura de los Centros de Estudiantes en la Universidad Simón Bolívar.
En la Universidad Simón Bolívar (USB) hacen vida varios Centros de
Estudiantes (CE). Cada carrera que se estudia en la USB tiene un Centro de Estudiantes. Cada CE cuenta con una sala de lectura. En
esas salas de lectura han abierto unas “salas de ventas”. En esas salas de venta se pueden comprar las
tradicionales “chucherías”, es decir, galletas, pepitos, y también algunas bebidas
como agua, bebidas carbonatadas, bebidas energizantes, y jugos de cartón, etc. Hasta ahí está todo muy bien, imagino que estas
“salas de ventas” es una manera que tienen los centros de estudiantes de
recaudar algo de dinero extra para sus actividades. Desde hace ya un tiempo he
observado que se está ofreciendo a la venta en estas salas, comidas como
empanadas, cachitos, donas, y más recientemente, pizzas.
Por otro lado hay lugares autorizados para la venta de desayuno, almuerzos,
dulces, etc. Imagino que esos lugares cumplen con todas las normas de ley sobre
salubridad entre otras. Los empleados deben tener un certificado de salud que
los autoriza a manipular alimentos.
Ahora bien, el trimestre pasado (enero-marzo, aunque se hizo en abril-junio)
en algunos de esos momentos entre clases en los que a una le ataca algo de
hambre y los lugares autorizados para la venta y manejo de alimentos quedan muy
lejos del aula donde me encuentro, se me ocurrió recurrir a una de estas salas
de ventas ubicadas en el edificio MEM.
Al llegar a la sala de ventas, vi que tenían entre sus opciones para comer,
unas empanadas chilenas. Aunque lo dude mucho, decidí pedir una. El joven que
me atendió comenzó a dar vueltas, buscando algo que evidentemente no conseguía,
daba y daba vueltas moviendo cosas en el espacio de venta de comidas.
Finalmente, el joven agarró una hoja de papel bond colocó la empanada que le había solicitado y
extendió su mano para entregarme la empanada. En mi asombró, sin agarrar la
empanada, alcancé a ver que el papel donde estaba la empanada
era una hoja que estaba impresa por ambos lados, es decir la hoja había servido
a su propósito, había sido impresa con tinta de impresora. No quiero imaginarme
como ni porqué esa hoja de papel estaba allí, pero eso fue lo que el joven encontró
para envolver la empanada y dármela.
Aún dentro de mi asombro le pregunto al joven: ¿en serio, usted me va a dar
esa empanada envuelta en ese papel? Ante esto el joven responde: “es que no hay
servilleta” Lo entiendo, en el país
tenemos una crisis de escasez y desabastecimiento de todos los productos, por
supuesto que las servilletas también están desaparecidas de los anaqueles. De
cualquier manera, alcanzo a decirle al joven: “yo entiendo que no tengan
servilletas, pero su deber es informarme y preguntarme si me puede dar la empanada
en una hoja de papel bond reciclada y llena de tinta”. Al final, decidí no
comprar la empanada, ni agua, ni absolutamente nada. Pero esto no es todo.
Mientras esperaba a que el joven me diera la empanada y el daba vueltas y
vueltas, pude observar que justo donde yo estaba, en la mesa donde están
colocadas todas las chucherías, había una cesta con donas. La cesta no tenía un
papel plástico que cubriera las donas. Entonces
me imaginé cualquier cantidad de situaciones que podrían suceder y poner en
duda la higiene y la limpieza de los alimentos en esas “salas de ventas”.
No
pude evitar preguntarme ¿estos jóvenes tienen permiso para la venta de alimentos?
Y si tienen permiso para manipular alimentos deberían exhibir un certificado de
salud que así lo demuestre. Y entonces comencé a pensar en todos los locales de
comida en la USB. La proveeduría estudiantil, todas las salas de lectura donde se expenden
alimentos. ¿Quién supervisa que esos locales respeten las normas de higiene y
salubridad que corresponden?
El llamado entonces es a las autoridades universitarias a prestar atención
a estas “salas de ventas” ubicadas en
las salas de lectura de los centros de estudiantes. No se puede descuidar estas
normas y permitir que sucedan cosas como la que me sucedió hace tan solo unos
meses en el presente año. Creo que es
necesario llevar a cabo un proceso de supervisión en estos lugares. La salud
hay que tomársela muy en serio.