lunes, 22 de abril de 2013

¿Paro de profesores universitarios? No es oportuno




La Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV) viene desde hace un tiempo convocando a las asociaciones de profesores de varias universidades a plegarse a un paro de actividades en reclamo de varias y justas reivindicaciones que van más allá de lo salarial.

Con gran sorpresa pero también con mucha tristeza leí que algunas de las respuestas a las consultas realizadas por la FAPUV, argumentaban que en los momentos que vive el país “es inoportuno convocar a paros universitarios”. A mi parecer esto tiene varias lecturas:    

Renunciar a la lucha por nuestros derechos (salarios justos, presupuestos justos, firmas de contratos colectivos, respeto a los gremios, y un largo etc.) porque el momento es inoportuno podría interpretarse como que nuestros reclamos son injustificados.   Segundo, que nuestras necesidades no son realmente urgentes y por último, que estas están de alguna manera ligadas a un tinte político, lo cual definitivamente no es cierto.

La realidad de las universidades va mucho más allá de un reclamo salarial, anteriormente ser profesor universitario era atractivo ya que además de ser una profesión que gozaba de cierto prestigio y, aunque en comparación con otros países el sueldo de un profesor universitario en Venezuela siempre ha sido muy bajo, por lo menos antes era lo suficientemente decente para poder disfrutar de ciertos gastos suntuosos. Hoy en día, el sueldo de un profesor universitario no solo se ha devaluado de manera exponencial, sino que además lo que percibimos apenas alcanza para sobrevivir.  

Para nadie es un secreto que la situación política y económica del país ha provocado que hoy en día sea una realidad lo que en los años 80 era tan solo un tema futurista, la “fuga de cerebros”. Las cifras de profesores universitarios que han renunciado a sus cargos (que se pueden consultar aqui y aqui en dos artículos previos en este mismo blog) va en ascenso cada año. Estas renuncias, sin embargo, no obedecen únicamente a la depreciación del salario, se debe también a las muchas exigencias que imponen las universidades para: ingresar, permanecer y ascender en los diferentes escalafones de la clasificación de profesores universitarios. El nivel de exigencia no está acorde con los sueldos y beneficios que se perciben luego de tanto esfuerzo. En un post anterior sobre los sueldos de losprofesores universitarios en este blog, aparece la escala de salarios más reciente. También aparece la cantidad de tiempo que debe transcurrir entre un escalafón y otro y todo lo que debe hacer un profesor para pasar al escalafón superior para, al final, tan solo percibir Bs 500 mensual adicional por ese ascenso. No es, desde el punto de vista económico, un gran incentivo en comparación con todo el esfuerzo que implica ascender.

Un profesor universitario debe, para poder ascender, cumplir con la publicación de varios artículos, asistencia a congresos como ponente, completar un posgrado y un doctorado para poder llegar al más alto escalafón. Pero, ¿quién puede en medio de tanta crisis y con un sueldo tan bajo cumplir con todas sus actividades si al mismo tiempo debe buscar la manera de rebuscarse con otras actividades para poder mantener un hogar? Porque, si, muchos profesores universitarios tenemos esta actividad como única fuente de ingresos económicos. Adicionalmente, la crisis económica del país y la deficiencia en el presupuesto universitario ha traído como consecuencia que las bibliotecas de las universidades no puedan pagar la suscripción a revistas científicas,  no puedan comprar libros, por ende, los profesores no disponen de material actualizado para investigar.    

Esta crisis no se limita únicamente a los profesores, son muchos los empleados universitarios que también se han ido, han renunciado. Cargos para puestos académicos y administrativos quedan desiertos porque los sueldos y las condiciones de trabajo no son atractivos. Esto trae como consecuencia que ya no se ofrezcan ciertos cursos, que deban cerrarse y/o no ofertarse materias esenciales para los estudios en todas las carreras.   La lista de deficiencias puertas adentro de las universidades es larga. Solo quienes hacemos vida dentro de ellas la sabemos, la conocemos y la padecemos.  En los departamentos hay escasez de personal, escasez de obreros, por ende, la limpieza de los espacios es deficiente. El jardín orgullo de la universidad Simón Bolívar ya no se limpia  ni se mantiene con la misma frecuencia. En los departamentos no hay recursos como papel, fotocopiadoras. En los pasillos solo hay filtros de agua dañados, sanitarios sin  papel, en fin la situación es realmente grave.  

La Universidad del Zulia, el Colegio Universitario Pedagógico de Caracas están en conflicto desde hace meses. La Universidad Central ha suspendido clases en varias ocasiones.   Creo que es el momento de unificar fuerzas, unir voluntades, llegar a un acuerdo nacional entre las universidades y plantearnos nuevas e innovadoras formas de protestas, pacificas pero contundentes a fin de lograr las justas medidas que nos beneficien a todos. Este acuerdo de luchas por nuestros derechos debe incluir a estudiantes, empleados y obreros, porque todos somos parte de una misma comunidad universitaria. La lucha debe ser de todos para todos. No podemos seguir siendo apáticos y dejar que solo unos pocos luchen por nuestros derechos.

De manera que, esperar el momento adecuado para protestar y reclamar nuestros derechos y solicitar las justas reivindicaciones, no requiere de tener unas circunstancias ideales en el país. Nunca habrá un momento perfecto, jamás las circunstancias serán apropiadas, pero mientras no informemos al país de nuestra realidad, mientras no protestemos, mientras no exijamos el respeto que nos merecemos, seguiremos siendo mal pagados, maltratados y no tomados en cuenta, como debería ser, para coadyuvar en el progreso del país. La crisis universitaria se agravará y para recuperarnos será aún mucho más difícil.  Nuestros reclamos, son reales, son urgentes y no responden a ningún elemento político.

Particularmente, nunca he sido una fanática de los paros como una medida de presión. Podríamos considerar llamar a un “No inicio de actividades académicas” hasta tanto se logren las discusiones con el gobierno. En vez de contemplar paros indefinidos, considerar la realización de paros prolongados durante 10 o 15 días. Todo esto acompañado de marchas y protestas siempre pacíficas. Somos académicos y como tal debemos comportarnos y dar el ejemplo. Hay que hacerle saber al país la verdad y la gravedad de nuestra situación.  

Por el respeto a nuestra profesión queremos sueldos, beneficios  y presupuestos justos.

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